Reflexiona por un momento en todo lo que has logrado a pesar de no contar con compañía. Piensa en esos momentos en que estuviste sola en casa, cuando viajaste sola, fuiste de compras sola, fuiste a la cafetería sola e incluso lloraste sola.
Recuerda lo valiente que fuiste en esos momentos y lo poderosa que eres al caminar por la vida sin esperar a que alguien te sostenga de la mano.
Es cierto, la vida puede ser más difícil sin compañía. Puede generar ansiedad, inseguridad y frustración. Puede hacerte cuestionar tu existencia y tu valor, y a veces debes fingir estar feliz para no sentirte solo.
Pero, necesitas saber algo: sentirte solo es inevitable y necesario.
Todos debemos experimentarlo, al menos una vez, sentirnos solos, ignorados, invisibles y sin el cuidado de otros.
¿Por qué? Porque nos hace descubrir nuestras capacidades.
Nos impulsa a ser ingeniosos y creativos para construir nuestra propia alegría. Nos permite ser fieles a nosotros mismos, cuando nos cansamos de complacer a los demás. Nos ayuda a apreciar aquello que damos por sentado y lo más importante, nos muestra que podemos sentirnos completos sin ninguna otra persona.
Así que, si ahora mismo te sientes abrumado por la tristeza de la soledad, permítete sentir esa emoción hasta que ya no te lastime.
Hasta que decidas crear tu propia alegría, una que no dependa de nadie o nada más. Pronto descubrirás que la vida no se trata solo de amistades, amores o relaciones íntimas.
La vida se trata de desafiar la aridez, de caminar en el desierto sin saber si alguien nos acompañará alguna vez.
Pero tu puedes hacerlo, puedes caminar solo porque tú puedes.
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