La alimentación emocional es como un buffet libre de sentimientos. Muchas personas, en lugar de llenarse de ensaladas, se lanzan a la comida para aliviar la tensión.
Según Christine Celio, experta en psicología, comer por estrés ocurre cuando nuestro cuerpo está en modo ansioso.
Imagina estar en una montaña rusa emocional, con la musculatura tensa y la respiración entrecortada. ¡No suena muy apetitoso! Pero, ¿cómo podemos distinguir entre el hambre real y ese antojo emocional que se cuela en nuestra vida diaria?
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Consejos efectivos para vencer la ansiedad y el nerviosismo
Detectives del hambre
Para empezar, los expertos sugieren convertirse en verdaderos detectives de los antojos. Tomar un vaso de agua puede ser un buen primer paso. ¿Sed o estrés?
Si después de un trago sigues con ganas de comer, podría ser hora de hacer un pequeño inventario emocional. Escribir las causas del estrés puede ser un gran aliado. Al poner en papel lo que nos agobia, a veces descubrimos que la comida no es la respuesta.
Y si la mente sigue insistiendo en que necesita un bocadillo, Susan Albers, psicóloga y autora, tiene un consejo sabroso: ¡tómate una taza de té! Es como una pausa en la vida, un momento para disfrutar y reflexionar. ¿Qué tal si lo acompañas con una caminata al aire libre? A veces, el aire fresco es la mejor medicina.
Cómo evitar el estrés de la vida moderna
Momentos de mindfulness
Pelar una mandarina puede parecer trivial, pero es una técnica de relajación consciente. Imagina esto: estás pelando lentamente la fruta, inhalando su aroma fresco y sintiendo cómo la tensión se disipa. Es un mini ejercicio de meditación. Además, el olor de los cítricos tiene un efecto calmante.
Pero no te limites a frutas; los snacks saludables son tus aliados. Tostadas con palta, por ejemplo, son rápidas de preparar y muy satisfactorias. ¿Sabías que ayudan a aumentar los niveles de serotonina? Es como si tu comida estuviera trabajando en equipo con tu estado de ánimo.
Ejercicio: el mejor antídoto
El ejercicio es otra estrategia poderosa. No tienes que convertirte en un atleta olímpico, simplemente salir a caminar o bailar en casa puede liberar endorfinas.
¡Es como una fiesta para tus hormonas! Jennifer Nasser también sugiere mantener las manos ocupadas con actividades creativas. Tejer, colorear o hasta enviar mensajes a amigos son formas de distraer la mente del deseo de comer.
Y no olvidemos lo reconfortante que puede ser una buena ducha.
El agua tibia te abraza y relaja, ayudando a calmar la
ansiedad. Para culminar, siempre es bueno tener snacks saludables a la mano. Zanahorias, rodajas de manzana o apio son opciones que no solo son nutritivas, sino que también satisfacen.
Así que, la próxima vez que sientas el impulso de comer, pregúntate: ¿realmente tengo hambre?
Con estas herramientas, podrás navegar por las aguas de la alimentación emocional y hacer elecciones más saludables. ¡A comer con conciencia!