Literatura social

Discusiones sobre la literatura antigua o moderna, best sellers, libros favoritos, etc. También aquí se pueden publicar textos de autores reconocidos y comentarlos.

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Esposito
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Literatura social

Mensaje por Esposito » Dom Nov 25, 2012 1:23 pm

Escritos reformados
Acción de la Neurosis helada.



OLIMPIA: Se queda impasible escuchando y percibiendo, la micro historia del Oscarcito;

O sea, lo que tarda en llegar lo que trasporta el emotivo, tramite el éter, la parte más dolorosa del ser humano.

En mi sentir doy a ti, aquel desvío en que la mirada te rinde sacro, Olimpia se gira hacia mí, en el concebir más allá de lo que se ve, el dolor psíquico done no hay herida que se cicatriza, el abandono en el afectivo.

Olimpia a la derecha del si mismo, se trasfigura en sentíres que vagan desde el eterno.

En el extravío queda la mujer, con el niño en faja, este llora, se conmueve hacia él, lo aprieta contra su pecho, un astro pasa errante en el espacio sideral, dentro la soledad universal.

Mira a su alrededor busca un refugio, un albergue, una caverna, una posada, un establo, cualquier refugio, pero todo esta cerrado para sí.

Además, tú eres mi luz, mi querer, mi ser, mi tormento, si tú no existiese, yo seria libre, no tendría atadura.
Llora el bebé en su soledad de cuantas madres son abandonadas hoy.

Llora el bebé, che no siente el calor del día, el afecto materno, solo lagrimas caen encima de sí.

Llora la mujer, su vació materno.



El hombre que escapó, la vació del sentir de madre, le robó el instinto materno, cada rayo de humano amor, donde alojó a aquel sentir la ternura de su primera vez.

Vaga en las plazas, y por las avenidas.
Vaga en las vías desoladas de la gran ciudad.
Vaga como crepúsculo en los corredores de los hospitales.
Vaga bajo la sombra de las estatuas libertadores de América.

Sola con el niño en brazo.
Sola con los miedos en brazos.
Sola dentro de un vació que no abarcan sus brazos.
Sola con el peso de su amor prematuro que aprieta contra su pecho, vaciado de amor prematuro.

Aprieta su angustia, su desasosiego, mira el reflejo de la luz que no brilla.

¿Pero que extraña luz?

No da sombra, no se calienta, no da ni reflejo, ni destello.

Ella esta envuelta en la penumbra helada de la enorme urbe, en la soledad del orbe.

Se asoma desde el puente, alto, sobre el río que atraviesa toda la ciudad, ella con el bebé en faja, se asoma al río vertedero que pasa debajo, sordo a su lamento; acógeme en vuelo tú que eres cloaca.

La desgracia la persigue, ni siquiera el coraje para saltar en al vació, a la nada, estrellarse en el lecho de aquel torrente.

¿Cuanta soledad en medio de una metrópoli puede existir?

El niño llora y ella le crece el ansia, se angustia.
¿De donde encontrar el amor que tú mi niño tienes necesidad?

¿Dónde encontrarlo? Yo que tengo tanta necesidad.

Fruto eres de mi vientre, y de toda forma de luz.

Frío de pequeño, helado de joven, glaciar de hombre, para quien nunca ha sentido una caricia de amor humano.

Ahora lo entiendes, porque no todas las estrellas calientan.

Hace muchos días, ellos vagan errantes, no encuentran morada, no hay un albergue, ni encuentra posada alguna, como anima en pena con las fajas de afecto que se llenan de desesperación.

Angustia que se expande entre los enormes rascacielos que forman la city, que se eleva al nula de su presencia, que puedo hacer, si aún no soy crecida yo.

El joven rostro, tiene profundos surcos que la envejecen a vista, ¿Porque? El tiempo, el dolor, un sentimiento muerto, ha añadido su paso, a la joven madre.

Vaga entre las calles congestionadas de la gran ciudad, tiene frío que le produce la sombra de los rascacielos, una grandiosa opera de la humanidad.

¿Pero, porque tanto frío?

Si es de día, pero, su sentir es helado, se asoma a su soledad las formas de la neurosis helada, ella percibe la enormidad de la nada.


Entre la multitud, deambula en el vacío de la soledad circundante.

Camina, vaga, yerra, ronda sin rumbo, envuelta en desesperación, desasosiego entre los callejones repletos de niños abandonados, viejos abandonados, mujeres abandonadas, sentados sobre el desnudo pavimento, acurrucados sobre envejecidos cartones.

¡No en esta calle no!
¡No en esta plaza no!
¡No en este banco no!
¡No en este parque no!

En la próxima dejare a mi criatura a su suerte, a la merced de la corriente de las aguas del olvido; ¿Cómo a Moisés?

Sé que Dios le dará un destino, él verá por él, él ve por todos.

Cuando se sienta en el banco de la plaza mayor, la estatua del libertador la ve vacía, el prócer esta ausente, come la patria.

Su cuerpo lo siente pesado, muy pesado bajo el peso de sus culpas, la culpa social de una nación que le niega ser.

Un sabor amargo le invade la boca, un sentir de profundo sufrimiento, le da vuelta la cabeza, no sabe dónde esta el sur, y donde esta el norte, se constituye en sentimiento muerto.

Después se levanta, veloz, de un brinco, como arrancarse el corazón en carne viva, sube al carro, el hombre alto, maduro que la toma por mujer no quiere esa heredad, que quede a su suerte en el banco de la plaza a la vista del libertador.




En el vacío de patria.
En la desidia de patria.
En la vergüenza de patria.
En la descomposición de patria.

Pero los leones, son peores, exterminan las criaturas antes de arrebatar a la hembra.

La última mirada antes irse a toda velocidad, las llantas chillan como mil alma en pena, que le arranca el último sentir, se vacían los sentidos, en conciencia autista vivirá el mañana más allá del dolor mayor, a sentimiento muerto.

El ultimo aliento, el último adiós; Lo sabes bebé que tengo que salvarme yo, sino nos hundimos los dos.

Lagrimas no hay, se acabó en el colectivo, entre las calles y avenidas de la enorme urbe.

Corazón de roca en la ciudad de las fieras.

Dedicado;

A la China Hung donde se encuentre, noble luchadora por los derechos humanos...

Esposito
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Re: Literatura social

Mensaje por Esposito » Dom Nov 25, 2012 1:25 pm

AÑOS LUX HONOR A LA MUJER



Ella va dentro de mis ojos, con su profundo sentir.

El amor de prolongada insatisfacción emerge en la lejanía, aquella lejanía que se trasforma en cercanía de soledad de facto.
Presencio su final antes de su inicio, pero tuvo que cargar el mismo peso con la misma actitud de fuerza y rectitud todo aquel pedazo que arrastro consigo, el pedazo que ella llamó mi existencia.
Un fuerte grito la despertó durmiendo en su lecho de cartón, el hombre de turno violó a su mama en medio a su ebriedad de furia animal.
Ella se levantó de su lecho de cartón donde dormía, y aferro un pantalón de tejido fuerte color caqui, que no pudiera arrancárselo de encima, después se escondió detrás del barril, rezando a un DIOS lejano, remoto, después vendría por ella.
Llovía, la lámina de zinc trasmitía una dulce melodía con diferentes tiempos, contenedores, latas, frascos diseminados por aquí y por allá, para trancar al cielo, el contacto con el hombre.
El tetero al niñito, agua y azúcar, la comida a los grandes caraotas y azúcar que la perseguían por una vida, lavar la ropa detrás del rancho (Barraca) en el barril lleno de agua de la lluvia, de la lluvia que desnudaba la miseria que la rodeaba.

Con sus pies hundido en el fango, el barro seco hasta los tobillos, la cloaca a cielo abierto, con sus hedores de agua putrefacta que pasan a su lado.
Su mirada que se pierde en la ciudad, termina en la estructura de cemento, aquel rascacielos que desde hace varios años quiere alcanzar el cielo, la ciudad luminosa allá abajo ¡otra vida hay!
Va y regresa se mueve entre cosas feas, cosas viejas un ambiente de degrado, ¿Quien no sabe no ve?
Escapó un día sin fecha de aquella vida, pero la alcanzó el si mismo, escapó con uno que es su igual, a seis meses había ya constituido su propia pesadillas, un rancho (Barraca) un poco mas allá, un poco mas arriba, un poco más pequeño, una barriga soberana y su contenido la constituyó.
Vino el primer chamo, (Niño) y luego llego el segundo, de otro, maltratada de día, violada de noche, el desayuno lo sirve temprano de buena mañana, amasando arepas forjadas con sus amarguras, café colado endulzado con las lagrimas de su noble sentir, en la ilusión esperando aquel, él que la trataría bien, en la búsqueda única de una caricia de la maestra vida.
Después carga a los niños, hace la masa para las fritangas que vende en la carretera, fritanga con café caliente, vende café con una sonrisa llena de sus amarguras.
En silencio camina y llora, sin que los niños la vean, sin que DIOS la sienta, sin que la vida la tome en consideración.

Así conjugaba su ser toda su existencia, con la formula única de tener un hombre a su lado.
El hombre la abandonó y el abandono fue total, a lo mejor a la misma edad y en el mismo momento, que a su mama, y a su abuela.
Los otros hombre que por obligación transitaron por su vida no duraban tanto, su juventud declinaba sustancialmente, así ya tenia 8 hijos, que los llamaba con nombres de fantasía, nombres tomados de una escuálida revista de gente sonriendo.
Con los años ya no apetecía más hombres, sus hijos le daban bastantes fáticas, se levantaba temprano antes del alba los días de visita, encendía la vela al santo protector, un rezo que equivalía a un llanto, un lamento ahogado de quien las sufre todas, en el resistir en la miseria.
Bajando por las escalinatas que la llevan a la ciudad, son las 4 de la mañana, ella ya tiene su puesto en la cola, duermen en la acera, se cuentan sus vivencias son todas cortadas con el mismo patrón, se presiente uno que ha muerto, se oyen voces.
Las madres lo ven pasar, solo ellas son capaces de ver a un hijo muerto, pasa por la cola a dar a su madre un sentir que se pierde en un mar de afecto, ella aprieta el crucifijo, reza adentro de si, reza siempre de continuo interminable.

Pasa por el portón a la requisa, la desnudan en toda su humildad, desnudez de miseria, desnudez de vergüenza de nación.
Algún insulto y ella lleva consigo palabras de esperanzas al hijo, un paquete de harina de maíz, mortadela, margarina que ella ha quita de la boca a sus pequeños, que todavía no conocen al hermano mayor, compensación al afecto robado.
Rápidamente en una soplada de dados, el pequeño tesoro de la madre tendrá el valor de una apuesta, una apuesta contra el destino, amor de madre que resbala por los pisos descolorido de las prisiones, por los pavimentos ensangrentados de todas las cárceles de esta nación.
Se va con un solo deseo regresar a verlo, esta vez las puñaladas non han sido mortales, se lleva las cartas, los mensaje para otras madres, y esposas que non pudieron venir con solidaridad fundida, forjada en la desgracia de un pueblo sin doliente.
El regreso se apaga a si mismo, amasando harina y colando café, su hija la ayuda en todo, busca el agua, corre a la esquina a recriminar al hermano que fuma bazuco, jiparea (Vende) pastillas y ríe a dentadas.

Luego mientras la luz solar desaparece poco a poco la ansiedad se le forma en angustia, porque la noche cubre el barrio con su manto de muerte.

Ella tiene la costumbre de dormir vestida, algunas noches de intenso tiroteo, se trae al hijo, otras veces al nieto, los brazos ensangrentados, las heridas de los propios.



Terror y plomo.

Muerte y dolor.

Sangre y vendas.

La vida en el día a día, la inviste con una corona, compuesta de laureles para una heroína cuotidiana, diaria, sin un reconocimiento, heroínas de verdad de historias anónimas, fundida en acero en las situaciones más adversas.

Así son forjadas las hembras de esta nación.
Así son hechas las mujeres que paren en esta nación.
Así son concebidas las madres que lactan en esta nación.

No son heroínas de papel.

Porque no pueden ser pesadas.
Porque no pueden ser evaluadas.
Porque no pueden ser recompensadas.
Porque no reciben medallas de funcionario alguno.
Porque no pueden ser homenajeadas por mano de ningún mortal.

Ellas existen, pero en la desidia social.
Para glorificar la epopeya en la formación de esta nación.
Para enaltecer su contribución de sufrimiento y angustia a esta nación.
Para admirar su coraje antes las adversidades que son objeto y fundamento de esta nación.

Después llega el momento en que la vida nos separa, nos aleja, nos atrae en situaciones de diversificaciones, donde la presencia es mutaciones del verbo ser, con la conjugaciones en el verbo estar; en el instante cuando sucede se extingue.

Pasan quienes en sus vidas solo se nutrieron es propia humildad.
Pasan los humildes por esta tierra, sin que ninguno los reconozca.
Pasan donde la miseria no es miserable, donde la pobreza es retribución.

A lo mejor parada al borde de la carretera, con niños sucios corriéndole alrededor, la manteca pegada a la piel, la mirada ingenua, la expresión grotesca, no la eleva al prototipo social, pero su alma irradiara una estrella de intensa magnitud para iluminar sobre todos nuestros designios.

Veo hacia el firmamento, me vuelvo hacia la tierra, una es igual a otra, la exclusión del conjunto realizo la totalidad, el vacio del uno hace el dos, los opuestos se configuran en el único, se realiza la parte y la parte funde los destinos en la enormidad del universo, en el mismo momento la proyección fue siempre en identidad absorta, entonces el único limitaba y la parte ascendió al todo, el limite se consolidaba para dar paso al infinito.

La llevaban en hombros eran pocos.
La llevaban en tantos pero eran en pocos
La llevaban a su última morada quién en vida no tuvo techo propio.

Llantos de dolor en una caja de cartón.

No tuvo un sacerdote en su funeral, nadie del sector oficial, solo un evangelista, la siguió cuando pasó por la avenida y predijo sus revelaciones del apocalipsis.

La gente en sus distracciones diarias la encontraron en la vía, en el fin ultimo de su ser y el universo.

Murió callada, como para no molestar, no tuvo música, ni ruidos de motos, ni una larga cola, ni las armas de los malandros dispararon por ella.
La urna se cayó dos veces, la inquilina estaba acostumbrada, la tierra caía y fue su mejor bienvenida, algo fácil de digerir.

Aquella noche en una apartada galaxia, apareció una nueva estrella, años luz de nosotros.

¿Cuando tiempo tardará en llegarnos su luz?

-A nosotros-
+_
(_________________)
o

Esposito
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Re: Literatura social

Mensaje por Esposito » Dom Nov 25, 2012 1:26 pm

…CRUCE DE CAMINOS…
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Aunque regresaba a casa estaba lleno de incertidumbre.
Aunque la vida se ofrecía abierta y fructuosa se sentía ajeno.
Aunque el día era soleado y batido por la brisa del mar, sentía escalofríos.
Aunque en la calle había jubileo, festejando por dondequiera la nueva democracia, él era escéptico.
Aunque salía de prisión, y caminaba libre subiendo su cerro nativo, admirando esa tierra roja y seca, por donde caminan hileras de bachacos, llevando pedacitos de hojas entre sus tenazas, las casitas pintada con alegres colores, vivaces y brillantes, los niños jugando ajenos al avenir, en él, en sí, había un vació.
Saludó a la comadre, que le dio un efusivo abrazo, que le hacían mover conjuntamente todos sus rollos en la cabeza y ese olor a profundo acetona de las uñas recién pintada de rojo lustroso, olores a canela y arroz con leche, que a él, le recordaban días de fiesta, el sábado, el mercado, a racimo de cambur (bananas) a pisos resplandeciente con kerosén, miró entonces el piso de color rojo, el haragán con el trapo apoyado a la pared, olió, pero era cera, cera Johnson; “Viste sus pisos.”
-Compadre aquí esta su guayoyito, bien caliente: con ¡Azuquita pa ti! como a usted le gusta.
Encendió el tocadiscos, una canción de salsa brava inundo la sala, los hijos de la comadre entraron corriendo y se pusieron a bailar, son chiquillos pensó, niñitos, pero como le meten al son, le es espontáneo, les viene natural.
Un hombre de pie dentro de aquella vivienda, con sus indumentarias traídas a arrastras desde un traspasado remoto, sus anteojos de gruesas monturas, una bolsa (funda) grande donde trae sus libros de lecturas, hojas sueltas de su memoria abierta, beve el último sorbo de café, luego se despide.
-¡Compadre! salúdame a maita, después paso por allá, que feliz debe estar.
-¡Sí! Sin dudas.
Volteó e hizo su saludo, continuo a subir las escalinatas de cemento gris, sube un hombre; vestido con un completo de pantalones negro-guayabera de blanco indefinido.
Más arriba se giro, a ver hacia atrás, a lo lejos, a la distancia infinita que les regala el mar de los Caribes.
De las viviendas, que cruzaba la radio de manera chillona, gritaban las últimas noticias; hablaban de pacificación de amnistía dada, a los rebeldes a los que se alzaron en armas contra el poder establecido.
Debajo de la mata de mango, se encontró a un grupo de hombres que jugaban dominó, el Negro Emeterio, se levantó con la mirada fija y le extendió la mano.
-¡Camarada un abrazo, caray! Pa' quien lucho con arrojo y sin más interés que la noble causa de redimir a su pueblo.
El Chingo, Luís estaba de espalda y se volteó sobresaltado.
-¡Comandante Sol! a sus órdenes.
-¡Caray varón dese un guamazo de aguardiente no joda, que hoy hay que celebrar!
El hombre; capitulo de historia autónoma, solo delante los advenimientos pasados, se rodeó de admiración de sus vecinos.
-¡Estimado comandante! aquí aunque los alzamientos no dieron sus frutos inmediatos, estamos aún con ganas de luchar, para eso hemos fundado el nuevo Partido del Proletario Global.
-¡Joaquín van a pasar de nuevo el discurso del comandante Sol!
-Tráete la radio pa' aca.
La radio, de caja marrón, de un marrón descolorido, la colocan sobre la mesa, donde las piezas de dominó hacían una figura en Cruz.
La brisa mecía suavemente las hojas de los arboles, el verdor de las plantas subía hasta el alto de la montaña.
Respiro hondo toda aquella naturaleza y el afecto de los propios, aquella hermandad de pueblo.

¡Estimados radios oyentes!
La radio estremece el ambiente de quietud y prepara el oído.


A petición de las innumerables llamadas del público, repetimos por enésima vez el discurso del Comandante Sol, después de ser liberado del cuartel San Carlos.

“Compañeros, militantes, simpatizantes, amigos y parientes del Partido Comunista Combatiente;
Hoy una página de historia patria se cierra, pero también es justo abrir otra.
La derrota sufrida durante la insurrección popular por parte del Brazo Armado de nuestro Partido Comunistas Combatientes, fue una injusta derrota y con ella una perdida para las justas aspiraciones populares, para formar una sociedad basada sobre las igualdades sociales, culturales y económicas de su población.
Hoy las fuerzas conservadoras de la oligarquía, han mantenido el poder político y económico de la nación. Como ven la pobreza está aumentando continuamente, nuestras ciudades de todo el continente, están llenas de niños abandonados a sí mismos, mujeres abandonadas sin recursos llenas de hijos, viejos que viven en la miseria más absoluta sin una pensión.
De igual manera, el espacio entre ricos y pobres crece, y aumenta sin medidas, por causas de la monopolización de todos los medios de producción y de cada recurso económico que ellos arbitrariamente controlan en su totalidad. Una hegemonía capitalista salvaje, hoy se abate sobre el continente americano y en todo el planeta, por esta razón reiniciar la lucha es un deber patriótico y moral.
Hoy la historia nos mira, nos fija su atención, buscando en nosotros una respuesta a este hecho.
¡Ni un paso atrás en nuestra justa lucha!
¡Hermanos del sufrimiento, compatriotas de esta nuestra querida patria!
Compañeros de lucha y de la prisión, en este momento delante tantas injusticias, estamos perdiendo tiempo para la lucha y espacio para la Victoria.
Tenemos que formar una Internacional del Proletariado para resistir a la expropiación sistemática de la fuerza trabajo del obrero, del campesino sin tierra, del hombre común que deambula en las grandes urbe sin futuro, en donde las multinacionales de la explotación y del enriquecimiento individual, se apropian de todos los recursos y a máxima explotación de la fuerza trabajo del proletariado y de esa manera continúan a amasar gran cantidad de circulante, dejando enteras áreas del planeta sin recursos económicos naturales y minerales.
Por la homologación de un salario a escala mundial, que permita vivir a cada trabajador con dignidad para él, y su familia.
Para oponerse al crecimiento ilimitado de la riqueza individual.
Para definir un nuevo concepto de lo que es el dinero, y su función social.
Para redefinir el uso del dinero; en que su utilizo sea en la constructiva, en el beneficio de las masas y para el beneficio colectivo de los intereses generales.
En este momento lanzamos el reto para un nuevo proceso de subversión contra todos los poderes de los oligopolios de la hegemonía capitalista, del monopolio económico individual, y de cada acción de fomentar los intereses particulares de una minoría.
Por una lucha contra una sociedad de privilegiados, contra la homologación de usos y costumbres.
Por las diferenciaciones culturales y de la autodeterminación de los pueblos; proponemos una lucha continua, y sostenida hacia una nueva conciencia iluminada de clase social y una nueva moral revolucionaria.
Declaramos en este acto y mediante este documento político, constituido el nuevo Partito Comunista del Proletariado Global, para una subversión sistemática de los pueblos, por una continua agitación de las masas que nos guié hacia el desarrollo de la teoría utópica de la sociedad ideal, tramite un socialismo cristiano.

Comandante Sol.
Célula guerrillera de la eterna luz.
Caracas 26 Septiembre 1969.
Primer día del pacto de pacificación.
-Carajo comandante así se habla, contra todos los poderes de la tierra, ¡Na’ guara!
-Nosotros estamos con usted pa' lo que salga.
-Este gobierno es oligarca, de esa manera que la lucha tiene que nacer de nosotros mismos que somos el pueblo.
Así discurría la charla, entre frases efervescente de subversión domestica y guamazos de sólido ron y caña blanca (los mejores amigos del pueblo).
El discurso aunque escrito por él, expresado en la pública plaza por él, y expuesto al público, allí concentrado a su salida de la prisión, le parecía en ese momento demasiado grande para él.
Se despidió, gentilmente entre el emotivo colectivo, como quien no quiere perturbar a nadie, de su normal rutina.
Siguió subiendo las escalinatas, el subir que le costaba adquirir el ritmo, entre saludos de vecinos y miradas de niños ingenuos.
Al llegar al tramo donde se levantaba, la humilde vivienda pintada de un color Lila eléctrico, se abrió paso hacia él, (Quinta mí Horizonte, el nombre que le había colocado, varios años atrás, al lado de la puerta, pequeños gustos de mentalidad pequeña burguesa, pensó, luego de leerlo).
Desde el fondo de la vereda, lanzó una profunda mirada a aquel azul inmenso del mar de los Caribes, las aves que volaban hacia los cocales, la brisa fresca que bajaba desde las montañas aroma, y poesía de mi lar nativo.
Dentro su madre lo recibió con un abrazo de siglos.
-Bueno maita aquí estoy de nuevo.
-Mi carricito rebelde, buena la hiciste, por lo menos no te dejaste joder.

(Le vino una sonrisa simultáneamente con el recuerdo, lo que siempre le decía su padre cuando pedía permiso para salir, corría hacia él, con los brazos cruzados, sobre el pecho).

-¡Bendición paito!
-DIOS te bendiga mijo, mire cuando salga por esa puerta, no se deje joder por ninguno, ¿Si no el resto de la pela se la doy yo, oyó?
Sí, afirmativamente, salí del hogar paterno y luche; eso fue una realidad establecida.
-¿Que te sucede Sebastián? No te veo bien.
-No sé, son todos los hechos que un día te alcanzan y te los ves de frente sabes que son tuyos, pero le falta algo donde colocarlos en un discurso coherente.
-¡Hay! ¡Mijito vas empezar con la filosofía otra vez! ¡No juegues chico!
-Sí será filosofía, pero esta vez es diferente, no es la teoría de la formación política, que la podías leer de otros, en estos momento hay un discurso de regreso maita, que me pide a mismo algo más...
-Sí me lo imagino, mira mejor vas a posar esos cachivaches a tú pieza.

Eso le recordó que quería estar solo, o sea consigo mismo, era la fuerza de la costumbre los largos años de cárcel, en la celda de muros desnudos, de la ventanita obstinada en mirar hacia las montañas, pequeños fotogramas que fue el único suspiro de libertad que saboreo en esos años.
Las paredes las había tapizadas de recortes de periódicos, al lado de las imágenes del Che, de Marx y Engel. Un manifestó de la primera internacional socialista. El boletín Molotov, y en esa pared su madre en el tiempo y la soledad, había colocado los recortes de periódicos de su micro gesta, una pared como testimonio de una página de Historia, de quien se atrevió en la tentativa de entrar en ella, en la página autentica de historia patria.
La bolsa (Funda) con los libros y manuscritos, la posó sobre el lecho, a solas, si a solas conmigo, otra vez.
Los acontecimientos se agolpaban en la conciencia, los hechos teóricos, las acciones de facto lucha armada, la formación política, más los hechos futuros que clamaban por él. ¿Donde está la seguridad? ¿Qué es el camino?
Claro la experiencia esta allí no se puede borrar, quien ha llevado el fusil y la mochila, quien ha disparado apuntando para matar, se entiende la captura, la muerte de los compañeros, la tortura, reminiscencia del pasado oculto remoto.
Un hombre inmediatamente dentro de su laberinto, dentro de la vastedad existencial de su propio complejo, de esa manera avanza el hombre-razón dentro de sí, como lo configura entre los hechos pasados y el presente que se presenta puntual a su encrucijada con los hechos futuros, ir solo para seguir andando.
Donde se abre a si este espacio inconcluso de vida, errante, indeciso, revocando hechos pasados de un vivir hecho con los pasos utópicos en senderos adyacentes.
Entrando en sus recuerdos; vagando en esas montañas de exuberante vegetación en una formación guerrillera, con su fusil al hombro, alzado en armas contra los poderes de la tierra, un sentir efímero, que incluso le producía vértigos, pero de intensa libertad.
Donde se aprecia aquel rayo, que baja del alto, que los enormes árboles dejan pasar entre lo tupido de su follaje, aquel rayo de luz que impacta en las enormes hojas de la vegetación del subbosque tropical, a la sombra de los grandes árboles de almendrones, la humedad de la selva tropical, lo intenso de su colores donde el hombre desaparece con su mochila de ilusiones, senderos angostos, estrechos, de reducidos pasajes al borde de recónditos desfiladeros, la tierra húmeda, el riachuelo que escore agua, un ciclo privilegiado, inagotable, continuo, sin conflictos, el agua que se desliza hacia su nivel, el agua que asciende y desciende; así fue que una vez teorizo la dinámica de la sociedad perfecta;

“Hay una clase social que está en la cima, de esa manera asume una posición progresista en la avanzada de pueblos, hasta que agota su potencial, otra clase la emergente, que forma la base tiene la potencia de subir a la cima, produciendo un movimiento progresista, de esa empuja a la otra que cae a la base mientras la otra toma el relevo en la dirigencia, la decadente baja de donde retoma las fuerzas para poder elevarse otra vez.”

Ocurriría usando la meritogracia, que el mejor vaya adelante como en la guerrilla, el mejor se ve inmediatamente, pero el que es bravo en un enfrentamiento, no lo es siempre, es una condición que hay que probarla en cada situación;

“Para ser bravo hay que probarlo, bien temprano todas las mañanas.”

El campamento le parecía la mejor forma de existencia, estar en un lugar donde el uso empobrece el ecosistema, lo contamina, por esa razón se debe andar a otro lugar trasmigrar.
Sentado en su puesto, haciendo de garitero escribía esas ocurrencias que la experiencia le proponía.
Luego entraba a momentos de olvidos, en que la pluma se convertía en un instrumento de divagación, en que se diseña la prosa que luego la expedía al viento, alargando su brazo para entregarlas en las manos universales del éter como común mortal sujetando su fusil, sí su fusil que lo hacía sentir anacrónico en momento de normal expansión literaria.
Le parecían escritos inútiles que eran solo sentimientos, de mentalidad de pequeño burgués, solo prosa de amor a una mujer, con visión en el ideal inmaduro del verbo ser, dentro de aquella necesidad lógica de afecto, que nacía del deseo irrefrenable por la hembra.
Recapacitaba, reflexionaba;
“Que para ser revolucionario no basta la formación política, la militancia, la clandestinidad, la lucha armada, para ser revolucionario se necesita convicción, certeza de lo que se desea, aunque no se vea en el horizonte, aunque no esté establecido en una realidad palpable, para eso es la lucha para cambiar la realidad objetiva externa establecida de una sociedad o de un contexto cultural especifico.”
Se rascaba la barba, encendía su tabaco, aquella fragancia que se entremezclaba con el aroma de bosque, que daba forma y permanencia en ese paraje que los pensamientos vagaban junto a la armonía, que reinaba en aquellos lugares de espesa vegetación, pequeños animales que jamás había visto. Percibía incluso la sabia que subía por los enormes troncos de esos inmensos arboles. Meditaba el hombre inmerso es su utopía natural, hombre presencia que trasmutaba a la esencia del paraje, a lo mágico del momento circunstancial a sola consigo mismo, sustraerse del medio ambiente que lo rodeaba para entrar en la propia dimensión donde albergaba sus intimidades.
Este es el momento y el sitio ideal.
Luego desbotonaba su bolsillo de tela rustica verde oliva militar, y sustraía una libreta del bolsillo de la camisa. Escribía aquel ser que su imagen revocaba sentires distantes, hasta donde alberga el ser.

Sabes hay tiempos en que quisiera comunicar este sentir que vaga conmigo entre parajes mágicos e intensas lluvias.
El vivir cuando tu imagen revoca en mi lo profundo de tu sentir es nostalgia de aquel último beso, aquella caricia que posaste sobre mi piel el día en que entre la oscuridad, cuando entre en la clandestinidad, en la ausencia de tú presencia.
Quisiera que mi vivir fuera al encuentro del tuyo, quisiera un mundo ideal, un mundo lo mejor posible para vivir solo para la intensidad de este sentimiento, más allá aún del propio delirio.
Pero entramos en la bifurcación del camino donde nuestro común ideal nos separa, nos aleja, nos lleva a orillas opuestas y nuestras vidas se alojan en ángulos oblicuo, aunque vagando por estos montes dentro del verde aparecen flores de una belleza exótica, aun de efímera existencia son como pensamiento de hadas, que se le aparecen al hombre que está en conflicto con otros hombres, para revocar de si todos los odios, todos los rencores tramite la belleza, la luz que emana el sol que se refleja en la intensidad del verde, el vuelo de un ave multicolor, la lentitud de la pereza que escala los árboles, esto es lo que puedo reflejar en mi prosa hacia a ti.
Te guardo en los rincones inasequible de mi mente, como un valioso tesoro y pienso en ti revocando tú imagen solamente en estos momentos de intensa belleza, es lo grandioso de la existencia como decirte;
Gracias por existir, eres un amor divino.

Al garitero lo llaman al improviso, una avanzada reclama alcanzarlos en el término de la distancia.
Se tercia el fusil, se recoge el campamento, las hojas manuscritas guardadas dentro la carpeta que no entra en su posición.
El pasó redoblado, disparos que se oyen retumbando en las cañadas y luego se convierten en ecos de montaña.
Cuando se llega a la ranchería, un perro moribundo nos ve con ojos tristes, como preguntándonos el ¿Por qué? de tanta ferocidad que supera a la animal.
Los ranchos humeaban, ¿Para qué quemar esos cuatros palos? Hombres ahorcados, mujeres abatidas contra la roca, niños inertes muertos sin causa. Sin haber conocido lo que el mundo les deparaba.
-¿Lo ves lo que hicieron los gobernativos?
-Los acusaron de colaborar con la guerrilla.
-Vainas de gente atroz.
Buscamos como pudimos los pocos sobrevivientes, estos son los momentos trágicos, para el hombre donde se niega a sí mismo, donde el odio excava su albergue, en lo profundo, tan profundo que no te imaginas que hay tanto espacio dentro del sí mismo.
Son solo momentos negados a la prosa
¿Cómo se pudiera escribir ante este ultraje? ¿La temática escapa al poder creativo, debido a la situación conflictiva y destructiva que las circunstancias lo rodean?
En un acción que mi ser ve, en el firmamento la luz inequívoca de una armonía donde cada uno de estos seres encuentran justicia después del tormento de lo vivido, donde se apelan a la única ley que gobierna el firmamento la de la relatividad; “Como es abajo a si es arriba.” Sus cuerpos mutilados, la tierra que absorbe su sangre, el tributo eterno, de sangre y sacrificio fin que vida haya.
Donde el shock del hecho lo trae a la conciencia, hay hechos vividos que son superiores a la capacidad de la propia conciencia, se alza saturado de aquel horror que revive sus heridas, que a la vez es catalizador y le impulsa a la lucha armada.
Su retracción que lo embargaba, lo sustrae de la realidad externa.
Organiza sus pertenencias dentro la seguridad de esas paredes, donde hablan de un hombre y de un niño, de un pasado y de un presente, que se repropone de nuevo a el mismo, en una continuación de roles asignados, como un libro escrito por diferentes autores.
Abrió la carpeta de marrón descolorido, con el borde abierto, deshilachado, cuantas hojas con escritos misteriosos de un hombre que ya no existía, que evocaban formas y nuevas conciencias.
Un hombre que se forma así mismo, dentro una acción específica, para después revisar su recorrido en base a parámetros inexactos, condicionados a los actos propios, más que a lo impuesto externamente, donde el propio vivir se aleja.
-¿Oye no hay nadie aquí?
La voz que venía de la sala la escuchó en tercera persona, ausente no quiso responder como para no romper ese ambiente que había sido privado de él.
-Estoy aquí en la batea.
-¡Doñita pasaba para saludarla!
-Muchas gracias Yeliza, Sebastián ya está en casa, debe estar en su pieza.
Sebastián quedo inmóvil, pasado, presente todo corría hacia él, se repitió aquella reflexión suya;
“Cuando los tiempos se avecinan no existe la conciencia sobre los hechos.”
-¿Sebastián estas allí?
La mujer trigueña de sus sueños suspendidos, entra en la habitación, el hombre en pie la detalla más que verla, mientras en su mente se va efectuando la adecuación mental, entre su ideal y la realidad externa objetiva, su piel trigueña se extendía por todo aquel cuerpo generosamente proporcionado, sus pronunciados pechos, su sonrisa franca y abierta.
Aquellos ojos que fueron luz y brillo en los momentos más duros de su pasada existencia.
-¡Que es Sebastián! me miras como a una alucinación, que extraño te ves.
-Son los años Yeliza, son las luchas, son las concepciones, son los discursos entregados en las plazas.
-Sí está bien comandante, ya entendí, tú revolución antes que todo.
-Claro estamos por la libertad y el desarrollo de los pueblos.
-Mira a mi no me vas a deslumbrar como al resto del barrio, para mi ustedes son solo holgazanes que por no afrontar sus responsabilidades, se van pal monte a hacerse los alzados.
-La verdad, Yeliza tú no cambias, aún antes las realidades de los avenimientos, nuestra lucha es por una nación más justa.
-¿Más justa? Atracando bancos y matando soldados como si esos muchachos los hubieses parido tú, rolo de sinvergüenza, ve y díselo a Yajaira que su hijo sirviendo en la recluta se lo mataron en el cerro el Matasiete, díselo a tantas madre enlutadas, a las cuales no fuiste a sus velorios a cargarles la cruz, su llanto como una agonía de amor de madre, que sabes tú acaso, has parido a un muchacho todo ese dolor, mantenerlo y curarlo por años ¿pa' qué? Así para que él, el señor revolucionario llegue a matárselo, bien bueno pues tremenda nación.
-Mira Yeliza, también han muertos valientes compañeros, por manos de los cuerpos represivos del estado, que defienden este estado de cosas, por una alineación de clase impuesta se vuelven servos ciegos de sus dictámenes, manteniendo la explotación del hombre por el hombre.
-¡Explotación! muy buena esa, especialmente tú que jamás has trabajado, vente conmigo a la avenida con la olla, la mesa, la cocina de kerosén a vender empanadas en medio del polvo que te arrojan los carros, con el sol recalentándote el coco al mediodía y el aceite hirviendo que te hace arder el pecho y la cara, haciendo fritangas. Mira señor guerrillero, lo ves estas marcas en mi piel son quemaduras de aceite y hierro caliente, de esa manera se levanta una nación, trayéndole de comer a esos niños que ves corriendo desnudos por esas escaleras, rolo de vago.
-Para eso luchamos para que nuestra sociedad sea más justa, más igualitaria, que los recursos sean equitativos más repartidos.
-Sí luí yo te aviso, más justa, sabes como dice Juan el evangelista, eso de la sociedad justa, lo están proclamando desde los tiempos de la colonia y hoy es el día que aún no se ve al horizonte.
-¿Bueno Yeliza viniste a descargarme entonces? La propia cuaima vale, te vas a rebotar conmigo, todo el barrio está conmigo menos tú.
-¿Todo el barrio? Cuál barrio, esa cuerda de haraganes que juegan dominó y jalan caña blanca, todo el día debajo la mata de mango, hazme el favor chico.
Sebastián hizo su mueca, ella siempre había sido así, contraria a todo que no fuera de normal rutina, el propio conformismo burgués, luego entre sus voces, desde la parte de atrás de la casa, una voz llamaba a Yeliza.
-¡Yeliza! ¡Yeliza! ¡Yeliza!
-¡Sí maita que sucede!
-Hazme el favor prepara unas arepas que Sebastián, no ha comido.
-Muy bien maita ahora se las preparo.
La mujer le da la espalda, un sentido lo impacto, claro no era la misma joven que dejo hace algunos años, pero, su carne madura emanaba sentires eversivos de humanos sentires, deseos custodiados en aéreas de exclusión que en ese momento se configuraba dentro de esa circunstancia donde su sangre se agitaba volcándose hacia ella .
-Sebastián, ayúdame aquí que no llego allá arriba.
Toma el paquete y se lo entrega, ella hábilmente mezcla la harina con el agua y un poco de sal, sus manos de brillante y suave piel lustrada como manteca, las mueve rápidas, precisa dentro del perol, la masa se homogeniza, la toma entre sus manos y la continua amasar, cotidiano quehacer ganas de normalidad se imaginó, de la masa toma un pedazo y forma una arepa redonda, le da forma con las palmas, que es esféricamente perfecta.
-¿Sebastián que piensas hacer?
Se quedo fuera de sí abstraído, entre los oficios domésticos y ciertas atracciones que iban acumulándose en si...
-¿Mijito que te pasa?
-¿Qué?
-¿Que vas hacer? ahora que el gobierno te perdonó
-Nada seguir en la lucha política.
-¿Otra vez?
-Sí, salimos del monte, ahora nos damos en lo urbano.
-No van a seguir enguerrillados con el gobierno, que empiezan otra vez a allanarnos el barrio, no jodas.
-¡No! Ahora estamos en la lucha, pero pacifica.
La arepa se cocinaba, ella la levantaba del budare, le daba una palmada y la exponía del otro lado, el color de blanco se volvía dorado con sus puntos negros, los movimientos de Yeliza, le hacían sentir efervescencia de otros tiempos. Su cuerpo y aquella piel brillante y trigueña, esencia ardiente, hembra de fuerza cautivadora, abrasante como el sol del mediodía, tomo el agua caliente y la vació en el colador, el café de la tela escurrió agua de café, aroma de mi tierra, que se mezclaba a las atracciones de aquellas carnes que desvían memorias, se volteó con la taza humeante, la arepa con el queso que se derretía, sus movimiento eran de vaivén como las olas del mar, se acerco a él, y posó el plato delante y él, alzó la vista, para mirar aquella su imagen que mantenía fija por tantos años.
-Que te pasa Sebastián, miras y miras, ¿Desde cuándo no comes?
-¡Sta bien! Pues, Yeliza te las sabes todas.
Mordió la arepa y la miró, miró y ella se la devolvió, la mirada envuelta en una sensualidad de intensos matices, de hechizos de luna llena, aquellas miradas que no se mantenía una dentro la otra, miradas de deseos, miradas añejas, que se van detrás de si como la atracción de dos constelaciones.
-Te vas a quemar niño, no comas tan rápido.
Trago en seco. tomo el café para darse un respiro, eran sus ojos, eran sus pechos, era esa piel embriagante de antiguos dominios, eran sus manos ágiles, sus palabras en doble sentido, que lo impactaban en cada singular sentido, para después explotar en un único deseo, sus labios de alta resistencia, carnosos que invitaban al deseo prematuro.
-Sebastián te ves descuidado, ¿Desde cuándo no te hacen un cariño?
La arepa y sus sabores, a mantequilla y queso, el café y sus aromas, aquel sentir que le brota intenso, más allá del dominio de la propia razón.
Cuando termino, se paso las manos por el pantalón.
-¡Hay adiós pues! límpiate con este trapo, tienes vainas de Vikingo vale.

Se estrujo el trapo por los labios que estaban secos, allí se rindió, tomando plena conciencia que estaban hechizados.
Se tomaron de las manos en una complicidad de otros tiempos, cuando luego,
Cuando los dos cuerpos se fundieron en uno.
Cuando su piel entro en simbiosis con la de él.
Cuando precipitadamente, sus labios tocaron los de él.
Cuando los movimientos espasmódicos imitaban a los del mar.
Cuando entre ellos estallaron los ardores, como el sol que arde al mediodía sobre el mar de los Caribes, su voz perdió el sonido, las manos acariciaban cada milímetro de aquella extendidas de piel y que era carne, era tierra y que era patria, que era selva y fiera salvaje, aquellos pechos que su generosidad imitaba todos los recursos naturales inagotables de esta tierra, y que él le había entregado luchas y juventud, sueños y esperanzas, alcanzaban cimas las vetas más altas y producían vértigos en el andar de suspiros y quejidos, formas única de la compenetración de carne y alma, el sudor que bañaba sus pieles era emanación de extraños aromas, aceites y bálsamos que imponían ritmo a fases lubricantes, acciones de combates y emboscadas, fiero en la lucha, se batía en ese cuerpo a cuerpo, con la fuerza de la hembra y del varón, donde un suspiro es largo cuando una eternidad, en esa piel aliento de vida, toda esa carne que tenia deseos acumulados en años de luchas, la amó sin descansar hasta que la luna esparció sus rayos encantados de luz plateada en un ejercicio heréticos, donde vagó sin razón dentro el erotismo de esa hembra que sin riendas, sin reglas, se entregaba en cuerpo y alma a él, en lo circunstancial de momento en forma plena, susurrando palabras de amor donde exigía su potencia, su descarga frenética, donde entregó su ser de fémina al macho, donde entrego sus armas para ser dominada, de esa manera se entregó al fuego que arde dentro de sí, inextinguible en las generaciones, en raptus orgásmico en el que fue catapultado, donde el ávido conquistador toma para si todas las riquezas. Ella en cambio se vio desnuda en su naturaleza exuberante, clamando en el delirio de ese su colonizador, todas las fuerzas que excitan la naturaleza que claman ser liberadas desde el profundo de la historia, se lo repitió una y otra vez en su oreja con sonidos de sirena, con sonido de ninfa perdición del hombre que vagan ya sin razón, su cuerpo, sus carnes quedaron extenuadas, sin fuerzas abandonadas al capricho de su amante muy entrada la noche, debajo de los intensos rayos plateados de la luna nueva.
Sebastián, quedo admirando aquella luna de hechizos, grande, inmensa que brillaba en medio de la noche, con su mirada fija, repitiéndose como un sortilegio;

“Rayos argentado de luna plateada, aquel amor que vaga en el éter entre tu corazón y el mío.”

Aquel sentir que te busca entre calles y veredas llenas de soledad, entre un frió intenso, aquel amor inconcluso que tu no llenas, aquel mi amar que busca el tuyo en destellos de rayos intermitente de luz verde esmeralda neón.
De esa manera pudo percibir aquel extraño sentir de lugares lejanos, de un traspasado remoto en tiempos de olvido.
La mañana, como todas mañanas tropicales llega en medio del bullicio, de escolares que se levantan, niños que lloran, gallos desafinados, radios chillones, música pegajosa, mujeres que trasportan agua por la escalinata…
Yeliza se levantó, toma la bata y la dejo deslizar por su cuerpo desde los hombros, el tejido se detuvo en la cintura y ella lo tiro hacia abajo, la bata de algodón, no logra esconder sus dotes de atletas en las olimpiadas de los lechos. Él quedo mirando fijo la escena en tercera persona ajena y presente, todo ese sabor, un barco de placidez, aquella mirada de los sentidos, aquel agravio para el pensar, aquel ultraje para la razón.
El aroma del café se expandía por la casa, a primera mañana, salió de la casa al patio, lanzó una mirada hacia el gran azul del mar, con el paño terciado al cuello, se colocó al lado del pipote, (Barril) después con la tapara se arrojo agua sobre su cuerpo, el agua tibia, de esa hora de la mañana.

-¡Sebastián! Te preparé el desayuno, me voy a trabajar para la avenida.
Una voz suave tranquila, calmada, sumisa sin ganas de conflictos, su mirada era llena de él, él era sacio de ella, una sola forma, un solo sentir.
Se vistió y bajando las escalinatas, dejaba sus saludos a tantos que lo conocían y estos le presentaban los nuevos integrantes de sus familias, de nuevo sintió aquel calor fraterno de su pueblo, que lo impulso a la rebelión armada.
Las palmas de coco amarillo, las flores de cayena con su rojo intenso, tantas flores sembradas en sus potes de leche en polvo, el colibrí con su batir incesante de ala que se posaba sobre las rojas cayenas, era el marco de ese vivir.
Al llegar a la avenida tomó un autobús, por la ventana sin vidrio, vio a lo lejos a Yeliza vendiendo empanadas en la acera de la avenida, de frente al gran hotel que impedía ver el mar.
La gente batía las manos y el autobús se paraba, gente que se bajaba con el autobús en marcha, chiquillos que entraban por las ventanas, la gente entraba y se saludaban, el pidió que lo dejaran frente al puerto de la Guaira.
Bajo en el momento que un gran transatlántico, había descargado a centenares de emigrantes, Gringos, o como los llamaban en criollo, Musiú.
Atravesó la calle y entro en la sede del partido comunista, seccional Maiquetía.

-Bien mi hermano.
Llegaban y saludaban según como se iban reconociendo dentro de la jerarquía y las acciones que había realizando juntos, abrazos efusivos a los compañeros de la lucha armada, los que habían salido recientemente de la prisión, por la amnistía, los que estaban en el brazo político del partido. Era casi mediodía cuando se sentaron a discutir la estrategia para iniciar en lo inmediato la lucha política.
-Aquí después de nuestra derrota como brazo armado, nos queda solamente la vía de la pacificación a la cual nos hemos acogidos, que nuestra lucha debería ser además de adoctrinamiento del militante.
-Ordenarnos y sistemáticamente formar un aparato de propaganda para las próximas elecciones, sé que el pueblo nos dará su respaldo.
-Estimado secretario en estos momento vea usted, allá afuera llegan grandes contingentes de extranjeros, que nada saben de nuestra lucha, pues desconocen las realidades nacionales, y tienen una sola prioridad ganarse la arepa, los están nacionalizando, además que reclutan con clientelismo a muchos de nuestros miembros los cuales ceden sus principios, porque tienen que mantener sus familias.
-También personalmente estoy de acuerdo, con la observación que hace el compañero aquí presente, están estableciendo la política de la arepa, no nos engañemos el poder político, da el poder económico y viceversa, y ellos lo están usando.
-Es la realidad, es uso impropio del poder político.
-Como lo llames, pero ellos tienen el sartén por el mango, y lo usan en su favor.
Sebastián se quedo oyendo las intervenciones, su mente vagaba en los años de lucha, aquellos años de vagar por la selva como sin dueño, sin promesa, sin responsabilidades; liberando en lo inmediato las rancherías, asaltando furgones portavalores y bancos, secuestrando camiones de alimentos y distribuyéndolo gratuitamente a la población, expropio y apropio, aquellos momentos fugaces en el interno de la foresta, empleados para escribir algún verso de poesía, aunque fuera cursi, no lo hacía sentir dentro del debate político inmediato.
-Escuchen ustedes y escuchen atentamente, la lucha armada es una cosa, la vía de acción política es otra cosa, con el fusil hay que tener coraje, aquí hay que tener elocuencia, poder de convencimiento, ofrecer futuro, no es igual.
-Sí, en política hay un punto de envilecimiento, justamente lo que nos llevó a la lucha armada.
Sobre la mesa de discusión había plumas y papel esparcido, tomó un papel y escribió.

“Hoy, mañana, como en el pasado en la lucha X siempre.”

Después pensó es un movimiento romántico este, la lucha que desatamos es siempre para reafirmar nuestro propio ser y se acordó de su frase para ser revolucionario;

“No basta ser militante, gritar viva la revolución, hay que estar convencido, tener la certeza de que es lo justo, tener la convicción de que hay que activar el cambio; si un cambio radical y estructural de la sociedad; aun más hay que desarrollar una iluminada conciencia de clase; hay que implementar una rígida moral revolucionaria en la militancia.
Todos estos atributos son los necesarios para formar ese movimiento que cambiara el curso de la historia”

Después firmo:

“En la lucha armada como en la formación política de la nueva militancia, debe haber un empeño de profundo servicio revolucionario.”

Comandante Sol.

Dentro de la seccional, inicio a hacer calor, tanto que se decidió suspender la reunión, los ánimos estaban efervescentes, había acusaciones contra la clase dirigente del partido, de pactar con la clase política del gobierno, desviacionismo pseudoideológico, toda una serie de conflictos que dejaban encendida una guerrilla interna, pensó él.
Camino una cuadras hasta la plaza Bolívar de Maiquetía, inmediatamente su concentración quedo fija en un carrito que vende chicha, se acerco como hipnotizado.
-¡Una chicha doctor!
-¿Grande o pequeña?
-¡Grande!
-Mira poeta lo de doctor; ¿Es por la bata blanca?
-No, es un decir tú ves.
De pronto sus ojos quedaron atrapados en la mirada del chichero.
-¿Julián?
-¿Sebastián, eres tú?
-Claro hermanazo del alma.
-El mismo que viste y calza (Se echaron a reír).
-¿Caray y como estas?
-Bien, Julián tengo pocos días que salí del cuartel San Carlos.
-Caray sé bien como te sientes, también yo pase por allí.
-Claro camarada, ¿Pero cómo es que no te has integrado a nuestra lucha?
-En la cárcel, tuve tiempo para leer mucho de historia y doctrinas políticas, una vez leí un filosofo que delante a tantos razonadores y conjeturas decidió de aplicar un revisionismo dialectico; iniciando por el fin primo del hombre y del universo y estableció; Que él tenía que suspender el juicio para tener una postura coherente y honrada, de la posibilidad de poder conceptualizar ese instante… De esa manera, inicio por tratarle de encontrar la razón práctica al hecho cotidiano, el de porque las cosas, que las motiva, que impone esa dinámica que nos arrastra, no hallándola, determino entonces que su lucha; ¿En que podía cambiar el mundo? cuando ya se había hecho de todo, y que las causas que mueven los acontecimiento son forma intrínseca del efecto. Es decir que hay una gran dinámica con todas las probabilidades de comportamiento preestablecido, que nos inducia en un mecanicismo pues en concreto todas las alternativas habían sido practicadas, y que esto le producía un comportamiento descontado delante la historia. Mas leía la historia y más me daba cuenta que todo era ya estado hecho, de una u otra forma, eso sí en cada paso que el hombre intervenía quedaba la destrucción, me horroricé porque en la medida que avanzaba parecía que la historia descubría mis pensamientos, y yo la trama por ella establecida era un racionamiento inductivo que se me devolvía en idea deductiva, nuestra lucha era ya estada efectuada tantas veces para mi veía lo que debía acontecer o este venia a mi desde el futuro, el mártir, el creyente, el revolucionario real, que iba al cementerio y el rico se enriquecía nuevamente, porque luego de una lucha las formas oligarcas se reestructuraban nuevamente de esa forma; la utopía regresaba al altar, como el sueño inalcanzable del hombre.
Como lo que ha de hacerse, como el ver del horizonte en el mar.
-O sea que alcanzaste, ¿Una posición de escéptico revolucionario Julián? En que no hay opción autónoma de libre intelecto donde desarrollarse en actos propios.
-¿Escéptico? no más bien los griegos la llamaban Ataraxia: Donde el hombre alcanza una satisfacción intelectual, por la supresión de las pasiones y deseos relacionados con la conciencia fisiológica de esa manera crea una cognición que identifica lo que es y no es, de la condición madura del hombre y su experiencia.
-¿Que bien tú ves? Pero si tienes razón sobre el relativismo y lo efímero de la obra humana individual, pero, ¿Ese puerto alguien lo tiene que construir?, el castillo, las avenidas tú carrito de chichero, creo que te pegó el conformismo burgués, que es entrar en el normalidad de los actos sedentario, compañero de lucha.
-Bien Sebastián, se ve que allá dentro le metiste al coco duro, pero el sabio cambia al mundo sin mover los labios, lo demás entra en el relativismo adjunto de las cosas.
-El mundo de las formas, no es el mundo de los factos, además con esta pila de abusadores que llegan constantemente a la tierra a explotar el ser humano.
-Sebastián; esa es tú razón de ser, amistad.
-Claro, cada quien se tiene que ubicar en el ángulo que le es adyacente, bien me regreso para el partido, tenemos una reunión llena de debate, que desatan encendidas pasiones adversas que alimentan mi contradictorio, toma cóbrate la chicha.
-Que te pasa compañero, consérvate tú locha (12 centésimos y medio) que aquí hay amistad para rato y date un descansito antes del debate, aclara tú posición delante la vida.
-Bien se ve que hiciste escuela, ¿Cómo es que haces el chichero?
-Por lo mismo que tú, desde carricito siempre me gusto la chicha y lo que allí se hablaba en la esquina, eran hombres de experiencia los antiguos que trasmitían sus hechos de vida a las nuevas generaciones por testimonio oral.
Luego, descendió de nuevo hacia la seccional, con un caminar más pausado viendo con detención el desenvolvimiento de la vida a su alrededor, cuando ingreso a la sala y oyó las primeras disputas se disculpo y se retiro, camino largo rato hasta Punta de Mulato y después tomo de nuevo el autobús, cuando llego a Tanaguarena y bajo del autobús, coincidió con la Yeliza que subía la escalera, la mesa la llevaba en la cabeza, en una mano la cocina, y en la otra mano la olla con los ingredientes, su cuerpo rítmico, su cuerpo cubierto por aquella piel trigueña aceitosa, plasmada de aroma y sabores exóticos, su cuerpo lugares de olvido, aquel cuerpo de noches efusivas de un continuo querer, si de un querer que se eleva a devoción.
Subiendo por las escalinatas dando la mano al pasante, recambiando saludos y sonrisas, alcanzo a Yeliza.
-Pa' darte una mano cariño.
-¿Una mano? mira que esto pesa, mucho más que ese librito que cargas allí, y el esfuerzo te puede hacer daño.
-Este librito es nuestro ideario practico de lucha popular, nenita, son los estatutos del Partido Proletario Global con el cuál iniciaremos la lucha que cambiara esta sociedad.
-Tantas palabra pa’ decir que te quieres meter en líos otra vez, mira chico agarra bien la cocina que allí va la realidad de la supervivencia del pueblo.
-¡Mamá! ¡Mamá!
Una banda de carricitos de diferente colores, la abrazaron y ella con movimientos felinos, abrió la bolsa (Funda) y les entrego caramelos, trate de ver entre tantos como nueve en total, cuál de ellos eran míos. Porque como en el pasado así en el presente, yo también había contribuido a la utopía de la raza cósmica. Marielena con sus cabellos rizados era de piel bronceada permanente y le gustaban los libros, siempre me sonreía.
-No los mires mucho que no lo sabrás nunca, ellos son de la mamá.
-Sí tienes razón, ellos son un solo pueblo, por eso que hay que luchar por todos cuando no sabes cuales objetivamente son los tuyos, los propios.
-Hasta aquí, gracias por ayudarme toma tú recompensa.
Y le dio un beso.
Un beso de Yeliza no es cualquier cosa, de sus labios carnosos aquel contacto fuertemente emocional, hombres de probado valor escapan en delirio, son aquellos deseos y pasiones que cautivan al ser amarrándolo a su deseo atávico, tantas pero tantas noches de hechicería, contemplando esa enorme luna plateada de intensos rayos argentados que se reflejan en las aguas del mar de los Caribes.


…Entre tú ser y el mío…

Sustraído del diario del Comandante Sol, en los días en que el pueblo logró soñar.

Joserrogers
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Re: Literatura social

Mensaje por Joserrogers » Sab Jun 27, 2020 12:33 pm

Si buscamos una razón para comprender por qué vivimos organizados en comunidades, es decir, por qué vivimos en sociedad y no aislados de todo, entenderemos entonces que la unión entre nosotros es lo que nos lleva a ser más fuertes y menos vulnerables ante todos los peligros que nos acechan como seres individuales. O dicho de otra forma, vivimos en comunidades porque éstas nos aportan una protección y una calidad de vida que no tendríamos si viviésemos de una forma totalmente aislada. Ni tan siquiera el dinero, ese que desde hace miles de años mueve al mundo y a todos aquellos que lo habitan, tendría ningún sentido si no nos sintiésemos, de alguna forma, arropados por la comunidad a la que pertenecemos. Porque…¿qué sentido tiene tener dinero si no hay nadie en tu comunidad que te ofrezca los alimentos que vas a comer a diario? ¿Y cómo, por poner otro simple ejemplo, llenaríamos el depósito de nuestros vehículos si no hubiese ciudadanos que transformasen el petróleo en gasolina? ¿Y por qué carreteras transitarían dichos vehículos de no haber existido obreros que las han construido? ¿Y cómo iríamos al cine, a un restaurante o a una representación teatral si cada una de las personas que componen una comunidad no aportaran su granito de arena para contribuir, aunque sea indirectamente, al bien común?

Quizá estas sean preguntas que muchos jamás se han hecho, entre otras cosas, porque no han sentido la necesidad de pensar en ello. Pero la realidad es una, y consiste en que todo tiene que tener un equilibrio que, de romperse, irá en detrimento de todos los individuos que forman parte de esa sociedad, sin excepción. Y precisamente ese equilibrio es el que tratamos de potenciar todos aquellos que escribimos literatura comprometida y de crítica social, pues denunciamos situaciones que con el tiempo son capaces por sí mismas de romper cualquier equilibrio existente. Denunciar la prepotencia, la injusticia y las desigualdades sociales contribuye, aunque a muchos en un principio les cueste entenderlo, a intentar crear un mundo más justo y equitativo para que esa balanza no llegue a quebrarse de una forma definitiva por el bien de todos.

Somos muchos los que deseamos construir un mundo diferente, cada uno desde su ámbito de acción. Y quizá nosotros, los escritores, seamos unos privilegiados en ese sentido puesto que a través de nuestros escritos somos capaces de llegar a mucha más gente. Delibes, Goytisolo, Galeano y tantos otros han contribuido por medio de sus palabras escritas en papel a hacer que la balanza no se rompa definitivamente por el peso de la injusticia, de la barbarie y de la avaricia sin límites.

Y ya para acabar, simplemente les diré que cuando empiezo una nueva novela siempre tengo en mi mente distraer al lector, hacerle pasar un buen rato, pero, sobre todo, intento por todos los medios que cuando dicho lector acabe la lectura de cualquiera de mis novelas sienta la ineludible necesidad de “pensar”. Y pensar significa, a fin de cuentas, apostar por el bien común.

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