¡Y así es! (gritó el borracho más sabio y desahuciado). Quien no perdona, nunca amó. No me falten el respeto con su mediocre y gris orgullo, no insulten la pureza de la humanidad. Yo me arrodillo ante el amor, pero… ¡nunca más me arrastraré a causa del alcohol! Esa maldita influencia por el desamparo que me cobijó y vio por mis ojos la caída libre de las ilusiones.

Con la frente en alto viajé con el tremendo peso de mis desaciertos, vagabundeé. Por la muchedumbre más cheta pasé… tanta lástima sentí, y puedo decir, los conocí. Hay “gente” que  no tiene tiempo para los desesperados gritos mudos, esos gigantes atormentados por la contaminación sonora que irradian algunas “personas”. No me dan lástima los gigantes, solo les temo ¿con que pié se levantaran?

También estuve en los suburbios, y allí brillo un verso de “El  Tango Argentino”: “acá el que no corre vuela y el que no vuela soy yo”. Así que me fui aislando, como todo gigante, esperamos el momento justo para despertar.

¡Y así es! Durante mucho tiempo me reí de la falsedad, la hipocresía, la necedad, los opacos, los nacionalistas, los fachos, los zurditos, los arrebatadores, los soberbios,  en síntesis los mediocres de la humanidad. Lloré por mí y por el futuro incierto de los gigantes que nunca despertarán. Lloré los valores perdidos y aprendí los códigos para ser dueño de mi libertad. Nunca dejé de pensar y mucho menos de soñar. Lo que mas satisfacción me daba era encontrar un compañero de camino y allí siempre decíamos: “afortunados los que tienen ojos pero mucho mas los que ven”.

¡Y así es! Siempre esa muletilla, daba pié a alguna anécdota. Igual soy un borracho, no me escuchen, solo estoy balbuceando. Y esa mueca tan hermosa del “borracho”.