8 lecciones que aprendí de la terapia

Te resumo qué aprendí de la terapia psicológica y que te ayudarán en tu vida.

Contenido

1. 1. Diferencia entre límites y paredes
2. 2. La vulnerabilidad no implica debilidad.
3. 3. El desafío de amar a la gente sin condicionamientos
4. 4. La validez de nuestro trauma es importante sin importar la comparación con otros
5. 5. No te enfoques demasiado en las emociones negativas, pero no las ignores.
6. 6. La clave de los resultados exitosos en la terapia es nuestro esfuerzo.
7. 7. El amor verdadero es incondicional, pero las relaciones necesitan construirse sobre una base de confianza y límites
8. 8. El proceso de duelo no sigue una línea temporal clara y definida
9. Tus dudas o consultas al Asistente

1. Diferencia entre límites y paredes

Los límites son una parte necesaria y saludable de la vida, destinados a proporcionar directrices sobre lo que está bien y mal en nuestro comportamiento.

Establecer límites nos permite vivir más felices y nuestras relaciones más satisfactorias.

Aunque al principio puede dar miedo el establecimiento de límites, las personas genuinas lo respetarán y entenderán su importancia.

A diferencia de los límites, las paredes se construyen en respuesta a traumas pasados.

Aunque construir paredes puede ser una forma de protección, con el tiempo se convierte en perjudicial.

Las paredes no sólo mantienen a las personas y cosas fuera, sino también nos encierran y nos impiden crecer y procesar.

El proceso de un trauma requiere tiempo y espacio para lidiar con las emociones y, por lo tanto, construir una pared alrededor de la experiencia traumática sólo lo empeora.

Cuanto más tiempo se mantenga la pared en pie, más difícil será derribarla.

2. La vulnerabilidad no implica debilidad.

Afrontar la vulnerabilidad puede resultar intimidante, ya que implica exponerse a algo que podría hacernos daño. No obstante, si evitamos sentirnos vulnerables por temor a que algo pueda salir mal, además de privarnos de la posibilidad de disfrutar de conexiones más profundas, también nos estamos perjudicando a nosotros mismos.

Al abrirnos y ser vulnerables, nuestras vidas se enriquecen gracias a las relaciones que se fortalecen gracias a ella.

Además, nos afianzamos en la idea de que somos lo suficientemente fuertes para enfrentar nuestras limitaciones.

Es verdad que la vulnerabilidad muchas veces puede llevarnos a sufrir, pero es posible obtener aprendizajes y descubrir beneficios a través de la experiencia.

Si no nos permitimos ser vulnerables, nunca creceremos ni aprenderemos.

Al negar nuestra vulnerabilidad, estamos impidiendo que las personas que nos quieren puedan apoyarnos.

Cuando no dejamos entrar a los demás en nuestros momentos de máxima emotividad, en realidad les estamos diciendo que no confiamos en su capacidad para cuidar nuestros sentimientos.

Sentir todo lo que sintamos está bien, y es importante que podamos expresar nuestros sentimientos a las personas en las que confiamos y que nos quieren.

3. El desafío de amar a la gente sin condicionamientos

En ocasiones, es complicado amar a alguien cuando se desconoce su autovaloración y las virtudes que poseen en su interior.

En nuestro anhelo por hacer que las personas a quienes amamos comprendan su propia valía, nos gustaría que vieran su potencial a través de nuestros ojos.

Nos sumergimos en la ilusión de que, si les demostramos suficiente amor, podrían amarse a sí mismos al igual que nosotros lo hacemos.

Pero, en realidad, resulta muy poco común que esto ocurra.

Cuando alguien se encuentra inmerso en una mentalidad autodestructiva, el amor proveniente del exterior no consigue ayudarles a salir de su estado.

La única forma en la que pueden aprender a amarse a sí mismos es si trabajan en superar los traumas y mentiras que los han llevado a creer que no merecen amor.

Solo así, encontrarán un amor intrínseco por sí mismos.

Mientras no descubran este amor propio, les será imposible creer que alguien los ame sin segundas intenciones.

Por ello, la clave para amar incondicionalmente a los demás es aceptarlos tal y como son, evadir los juicios negativos y dejarlos ser quien son en su totalidad.

4. La validez de nuestro trauma es importante sin importar la comparación con otros

Es fundamental comprender que no necesitamos compararnos con otras personas.

Cada individuo vive su vida de acuerdo con sus experiencias y recursos, por lo que es injusto hacer comparaciones.

En ocasiones, cuando conocemos a alguien que ha pasado por una experiencia terrible, podemos minimizar nuestras propias vivencias negativas pensando que no tienen importancia en comparación. Tal vez, lleguemos a creer que no deberíamos sentirnos mal por ciertas cosas si hay otras personas pasando por situaciones más graves.

No obstante, es importante validar nuestro propio trauma sin importar cómo se compare con el de alguien más. Si ha afectado nuestras vidas y nos ha herido, nuestra experiencia es válida.

Aceptar la validez de nuestro trauma nos permite trabajar en él, entenderlo y aprender a crecer a su alrededor.

Por lo tanto, no debemos minimizar nuestras propias vivencias negativas, en lugar de eso, debemos aceptarlas y enfrentarlas para poder superarlas.

5. No te enfoques demasiado en las emociones negativas, pero no las ignores.

El dicho "finge hasta que lo consigas" es algo que muchos hemos escuchado alguna vez en la vida.

Se nos ha inculcado la idea de que si nos sentimos tristes o disgustados, debemos fingir que no existe ese sentimiento hasta que desaparezca mágicamente.

Se nos ha enseñado que aceptar las emociones en lugar de ignorarlas es malo.

Si no nos permitimos sentir lo que estamos sintiendo, ya sea bueno o malo, nos estamos privando de la oportunidad de entender la emoción y lo que nos condujo a sentirnos así.

Las emociones vienen y van como oleadas.

Si nos dejamos inundar por ellas cuando la ola alcanza su punto máximo, tendremos la fuerza necesaria para seguir adelante cuando la marea baje.

Por otro lado, si luchamos contra la corriente de la emoción, nos quedaremos sin fuerzas para avanzar una vez pasada la tormenta.

No debemos dedicar mucho tiempo a pensar en estas emociones negativas, pero tampoco debemos ignorarlas o luchar contra ellas.

Si nos permitimos vivir en las emociones cuando nos arrastren, entonces podremos procesarlas y superarlas.

6. La clave de los resultados exitosos en la terapia es nuestro esfuerzo.

Al igual que en otras áreas de la vida, los progresos y beneficios que obtenemos en la terapia dependen directamente de la dedicación y compromiso que pongamos en ella.

No es suficiente con asistir a las sesiones, relatar nuestras vivencias al terapeuta, escuchar sus consejos y luego olvidarlo todo hasta la próxima cita.

Sería como ir a la escuela, sentarse en clase, oír al profesor, pero no tomar apuntes ni estudiar, para luego esperar sacar buenas notas en el examen.

Si practicamos con constancia las estrategias y habilidades saludables que el terapeuta nos ayuda a desarrollar en nuestra vida cotidiana, los resultados positivos serán mucho mayores en comparación a ser un participante pasivo en la terapia.

7. El amor verdadero es incondicional, pero las relaciones necesitan construirse sobre una base de confianza y límites

Resulta difícil de entender que el amor y las relaciones no son lo mismo.

Como seres humanos, tendemos a asociar el amor con las relaciones, ya sea con nuestra pareja, con la familia o con amigos cercanos.

Sin embargo, a pesar de que debemos amar incondicionalmente a las personas en nuestra vida, debemos tener límites y respetar el espacio personal de cada uno para que una relación sea saludable.

El amor verdadero debe ser incondicional, sin embargo, las relaciones son diferentes.

Con el fin de ser saludables, deben basarse en la confianza mutua y los límites, los cuales deben ser acordados y respetados por ambas partes.

Si una persona no respeta los límites en su relación, se puede continuar amando a esa persona, pero a veces es necesario mantenerse alejado para no dañar la salud emocional de ambos involucrados.

8. El proceso de duelo no sigue una línea temporal clara y definida

El cerebro humano es una herramienta diseñada para entender y procesar información. Buscamos patrones y secuencias, pero las emociones humanas no siempre se ajustan a estas lógicas.

Por eso, en muchas ocasiones, la lógica y las emociones chocan entre sí.

Cuando experimentamos sentimientos desagradables, buscamos una fecha límite para poder superarlos.

Sin embargo, el dolor no funciona así.

En el proceso de duelo, puede ocurrir que justo cuando pensábamos que avanzábamos, tenemos días o incluso meses en los que sentimos que volvemos atrás. Esto no es una regresión, sino tan solo el dolor siguiendo su curso impredecible.

Cuanto más intentamos comprenderlo, más complicado se vuelve.

Por tanto, lo mejor que podemos hacer es dejarnos llevar por las emociones, sabiendo que finalmente acabarán, aunque en algún momento sintamos que forman una parte importante de nosotros mismos.

Conforme avanzamos en el proceso de duelo, empezamos a ver pequeños momentos de calma que nos permiten respirar.

Pero después, las emociones nos vuelven a invadir.

Por eso, en esos momentos de alivio es cuando más importante resulta recordarnos que algún día volveremos a sentirnos bien.

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